ASESINATO DE LA NIÑA ASUNTA: TVE 1 DICE HOY A LAS 19:00 QUE
LA MANCHA EN LA CAMISETA DE LA NIÑA NO ES DE SEMEN. OTROS MEDIOS DICEN OTRA
COSA ¿QUIEN MIENTE Y POR QUE DESINFORMA?
Información de El Faro de Vigo:
El caso sin embargo esconde todavía numerosas incertidumbres
que desvelarán las pruebas biológicas y toxicológicas encargadas al laboratorio
de Criminalística de la Guardia Civil. Mientras el Tribunal Superior de Xustiza
de Galicia informa oficialmente de que los resultados todavía no han sido
remitidos al Juzgado de Instrucción 2 porque no están concluidas, otras fuentes
que citan a los propios investigadores de la Guardia Civil, apuntan la
posibilidad de que pese a que los resultados iniciales de la autopsia sostenían
que la niña fue sedada con grandes dosis de lorazepán, maniatada y asfixiada,
la muerte fuese provocada solo por la gran ingesta forzada de medicamentos.
Estas mismas fuentes confirman también que uno de los fluidos hallados en la
camiseta de Asunta es semen y que no sería de su padre según el ADN extraído.
Aunque los investigadores sospechan una posible transferencia
ajena al crimen, lo cierto es que la posibilidad de la participación de una
tercera persona ya era apuntada por el fiscal, mientras que la defensa de
Rosario Porto sostiene que el asesino puso pruebas contra la madre de Asunta, y
el nuevo ADN ofrece la posibilidad de nuevas vías de investigación a otras
personas, como pide Rosario, que igual que su exmarido se declaran inocentes
del crimen.
PARECE QUE HAY NECESIDAD DE CERRAR EL CASO PRONTO. EN ESTE
OTRO CRIMEN DEL 2002 DE SIMILARES
CARACTERISTICAS PARECE QUE NO HA HABIDO TANTA PRISA:
Déborah Fernández-Cervera, de 22 años de edad, desapareció
cuando practicaba 'footing' en la zona del paseo de Samil. Diez días después,
su cuerpo sin vida, desnudo --con los genitales cubiertos por restos de
vegetación--, apareció en una cuneta de la carretera C-550, en el término
municipal de O Rosal.
La autopsia confirmó el fallecimiento por asfixia, y
descartó la agresión sexual, así como los signos de violencia. Además, los
forenses advirtieron que el cuerpo había estado guardado en un lugar
refrigerado y oscuro durante días, posiblemente en un arcón congelador.
Pese a las numerosas entrevistas realizadas por los
investigadores, las pistas no llevaron a ninguna detención. La Policía ha
trabajado en la hipótesis de que Déborah murió en otro lugar y fue depositada
en esa cuneta, de tal manera que fuese relativamente fácil de encontrar.
Además, la persona que la puso ahí, que podría ser un allegado o tener un
vínculo afectivo con la víctima, trató de preparar el escenario para confundir
a la Policía y simular una agresión sexual.
Déborah caminaba a paso ligero cuando se topó con el último
testigo que la vio con vida. Era un conocido de un club de golf que la adelantó
corriendo cuando ambos llegaban a la altura del Museo del Mar. El paseo de la
playa de Samil, en Vigo, es un lugar idóneo para hacer footing. Se oye el
sonido del oleaje mientras se transita bajo frondosos pinos. Como otras veces,
la joven estudiante de diseño gráfico bajó a hacer deporte, pero salvo aquel
master caddy nadie más se cruzó con ella. Nadie más la vio pasar, y ello habría
sido inevitable de haber seguido la trayectoria natural que llevaba Déborah.
Fue como si se desvaneciera. El cuerpo de Déborah Fernández-Cervera fue
encontrado desnudo diez días después de su desaparición en una cuneta de la
carretera C-550, a la altura de la localidad pontevedresa de O Rosal. Unos
helechos estratégicamente colocados le cubrían la zona genital.
Quien tuvo guardado esos días el cuerpo de esta joven de 22
años creó una escena del crimen artificial. La disposición del cadáver,
fácilmente visible desde la carretera, parece indicar que la persona que la
puso ahí quería que la encontraran.
El cuerpo no presentaba signo alguno de violencia y la
autopsia determinó que la chica murió por sofocación, es decir, porque algo le
impedía respirar, o de muerte súbita, una opción más remota en la que Rosa y
José Carlos, los padres de la víctima, no creen de ninguna manera. No así la
policía, que, aunque da más crédito a la posibilidad de un crimen, no acaba de
descartar que Déborah estuviera con alguien y muriera súbitamente. Y que
ocurriera que este personaje desconocido, sorprendido por ello, no supiera qué
hacer y guardara el cadáver hasta tomar una decisión que acabó siendo la de
abandonar el cuerpo como lo hizo. Extraño.
Sin embargo, hay muchos elementos que parecen descartar la
posibilidad de una muerte repentina. Los análisis forenses señalan que la
víctima falleció en las horas siguientes al momento de la desaparición, las 21
horas del 30 de abril del 2002. Estos exámenes certifican que el cuerpo de
Déborah estuvo escondido en un lugar oscuro, seco y no sometido a intemperie.
Se da por seguro que fue introducida en un arcón congelador.
Y lo fue completamente vestida, a pesar de que apareciera
desnuda en la cuneta.
El presunto asesino quiso asegurarse de que no quedaría
vestigio biológico alguno que permitiera su identificación o la localización
del lugar donde la había tenido escondida. Parece un discurrir demasiado
elaborado para alguien a quien supuestamente sorprende la muerte de alguien
cercano. Porque todo apunta a que quien dejó el cuerpo de Déborah en la
carretera que une Baiona con A Guarda estaba relacionado afectivamente de algún
modo con la chica. La familia de la joven está convencida de que "el
asesino está muy cerca" de ellos.
Cubrió sus genitales con helechos. Sintió pudor y quiso
poner a salvo la intimidad de la joven en un giro criminal muy propio de
asesinos con motivaciones sexuales. La perversión del presunto asesino fue más
lejos. Dejó junto al cadáver de la estudiante un pañuelo de papel, un condón
usado y su funda. Y en una pirueta final de locura introdujo semen en la vagina
de la chica. Fue un intento baldío de despistar, pues Déborah no hubiera tenido
nunca relaciones sin protección salvo contra su voluntad. Pero el cadáver no
tenía signos de violencia sexual. La ecuación se resuelve fácilmente. Los
padres de la joven hablan de los firmes convencimientos que su hija tenía sobre
este tipo de temas. Nunca lo hubiera hecho.
Déborah salió aquella tarde a correr con la intención de
regresar. Se dejó en casa el teléfono móvil y el dinero. Rechazó la oferta de
ir a cenar a casa de un familiar alegando que aquella noche tenía que ordenar
algunos archivos en su ordenador y, además, iba a alquilar una película de
vídeo. El resto del día fue de lo más normal. Estuvo estudiando por la mañana.
A mediodía fue a la peluquería y se depiló. Comió y durmió una pequeña siesta.
El hecho de que aquel día se depilara hizo pensar a la
policía inicialmente que quizá tenía una cita inminente, pero el resto de las
circunstancias parecen descartarlo. La posibilidad de un encuentro fortuito con
quien después escondió su cadáver y luego lo abandonó parece lo más probable.
De ese encontronazo con el presunto criminal -probablemente alguien conocido-
los padres de la chica tienen su propia reconstrucción del momento en que fue
abordada: "Nuestra hija no se amilanaba ante los problemas. Callada,
seguro que no se quedó. Lo que sí pudo ocurrir es que no eligiera bien sus
palabras".
Hubo un primer sospechoso, alguien muy cercano a la joven,
pero finalmente fue descartado por la policía. José Carlos Fernández, el padre
de Déborah, considera que hubo un deficiente inicio de la investigación,
corregido en la actualidad con la llegada de los investigadores del grupo
central de homicidios y desaparecidos. No se habló con todo el entorno de la
víctima y algunos amigos muy próximos nunca llegaron a ser interrogados.
La familia también critica la falta de colaboración en el
caso de la compañía Telefónica. En los diez días previos a la aparición del
cadáver, cuando el caso de Déborah todavía se trabajaba como si fuera una
desaparición, hubo llamadas de personas pidiendo rescate a la familia. Algunos
comunicantes eran niños histéricos que gritaban, gamberros desaprensivos, pero
en otros casos eran voces adultas. ¿Quiénes?
La familia de Déborah Fernández-Cervera ha afirmado este
martes que mantiene la "esperanza" de que se reactive la investigación
por la muerte de su hija, cuyo cadáver apareció el 10 de mayo de 2002 en una
cuneta de O Rosal (Pontevedra), días después de que la joven de 22 años hubiera
desaparecido cuando practicaba deporte en la zona de Samil, en Vigo.
Estos días se cumple
el décimo aniversario de este suceso, que conmocionó a la comarca viguesa, cuya
investigación ha durado años y, de hecho, aún no se considera cerrada, sino que
se ha apartado a un segundo plano, en vista de que las pesquisas policiales han
quedado estancadas. Por la muerte de Déborah Fernández-Cervera no se produjo
ninguna detención, aunque se han practicado cientos de entrevistas y se han
explorado varias hipótesis.
La causa judicial
fue sobreseída provisionalmente en septiembre de 2010, según decretó el juzgado
de instrucción número 2 de Tui, pero "puede reabrirse si el juez lo
estima", según fuentes del TSXG, consultadas por Europa Press, que también
han precisado que la investigación policial puede continuar si aparecen nuevas
pistas y las fuerzas de seguridad pueden solicitar las órdenes judiciales que
estimen oportunas.
A este respecto,
los padres de Déborah Fernández-Cervera han confirmado, en declaraciones a
Europa Press, que mantienen la "esperanza" de que la investigación se
reactive. Según ha apuntado el padre de la joven, José Carlos
Fernández-Cervera, "la policía sigue trabajando" y el archivo
judicial es "provisional, no definitivo".
Asimismo, ha
lamentado que los escasos recursos ralentizan la investigación y ha señalado
que, cuando se agotan las pistas, la Policía "deja los casos en un segundo
plano", y éstos vuelven a reactivarse si aparecen nuevas hipótesis o
indicios. Fernández-Cervera ha recordado que el equipo de investigación
asignado al caso de su hija es itinerante y que, en estos momentos y desde hace
más de medio año, "están dedicados al caso de los niños desaparecidos de
Córdoba, que es ahora su prioridad".
EL 'CASO DÉBORAH'
Déborah
Fernández-Cervera, de 22 años de edad, desapareció cuando practicaba 'footing'
en la zona del paseo de Samil. Diez días después, su cuerpo sin vida, desnudo
--con los genitales cubiertos por restos de vegetación--, apareció en una
cuneta de la carretera C-550, en el término municipal de O Rosal.
La autopsia
confirmó el fallecimiento por asfixia, y descartó la agresión sexual, así como
los signos de violencia. Además, los forenses advirtieron que el cuerpo había
estado guardado en un lugar refrigerado y oscuro durante días, posiblemente en
un arcón congelador.
Pese a las
numerosas entrevistas realizadas por los investigadores, las pistas no llevaron
a ninguna detención. La Policía ha trabajado en la hipótesis de que Déborah
murió en otro lugar y fue depositada en esa cuneta, de tal manera que fuese
relativamente fácil de encontrar. Además, la persona que la puso ahí, que
podría ser un allegado o tener un vínculo afectivo con la víctima, trató de
preparar el escenario para confundir a la Policía y simular una agresión
sexual.
OTROS ASPECTOS CURIOSOS SOBRE EL CASO DE ASUNTA
Un cliente de la madre de Asunta
juzgado cuatro días antes de que aparezca la niña muerta
El presunto
cabecilla, El-Omari, asesoraba a extranjeros en CC.OO.
El
exdirector del Centro de Información para Trabajadores Extranjeros (CITE) del
sindicato CC.OO. en Santiago, Messaoud El-Omari; otro ciudadano marroquí, H.
K.; y cuatro empresarios de la provincia de A Coruña se sientan hoy en el
banquillo de la Audiencia de Santiago acusados de formar parte de una presunta
trama de explotación de inmigrantes.
El
exsindicalista El-Omari, que fue detenido en febrero del 2009 por estos hechos,
era una persona muy conocida en Santiago por su trabajo en el asesoramiento de
inmigrantes. El fiscal le considera como el cabecilla de la presunta trama y
solicita para él una pena de siete años de prisión, mientras que el otro
ciudadano marroquí que será juzgado en la causa afronta una petición de condena
de seis años.
Ambos están
acusados de haber montado una organización que captaba ciudadanos marroquíes,
la mayoría de la zona de Agadir, a los que les ofrecían un trabajo legal en
Galicia a cambio de entregas en metálico que oscilaban entre los 3.000 y los
10.000 euros. El-Omari, asegura el fiscal en su escrito de acusación,
aprovechaba su puesto en un departamento de ayuda a extranjeros para realizar
«muchos de los contactos y gestiones» para captar a los marroquíes. Él y su
supuesto colaborador obtenían un beneficio económico «pese a que conocían las
dificultades que la mayoría de los trabajadores tenían para la obtención de las
sumas que les exigían».
La red tenía,
según el fiscal, un contacto en el consulado español en Agadir que se encargaba
de tramitar y agilizar los visados de los trabajadores que habían pagado las
cantidades exigidas. Esa persona, A.F., es marroquí y la Administración de
Justicia española ha comunicado al país magrebí los hechos con el objeto de
denunciarle.
Empresarios
acusados
Una vez en
Galicia, los inmigrantes eran recibidos por El-Omari o por H.K., que los
trasladaban a pisos compartidos con otros trabajadores o directamente a la
empresa que los había contratado. Entre los trabajadores captados
fraudulentamente se ha podido identificar a trece. Tres de ellos son testigos
protegidos y fueron de vital importancia en la investigación policial.
Junto a
El-Omari y el otro marroquí que presuntamente colaboraba con él hay cuatro
empresarios acusados de delitos contra los derechos de los trabajadores. Son
R.M.B. y M.A.H.S., administradores de las empresas Foelca S.L. y Galifar S.L.,
así como dos propietarios de explotaciones ganaderas en Sobrado y Boimorto,
A.G.E. y A.B.M. Para todos se piden penas de cuatro años y medio de cárcel. Los
trabajadores captados en Marruecos por la presunta trama acabaron «trabajando
casi todos en condiciones que infringían la legislación laboral», señala el
fiscal.
Su relación con Rosario Porto
La madre de
Asunta, Rosario Porto, mantenía una estrecha relación con Messaoud- El Omari,
un ciudadano marroquí, exsindicalista, que estos días está siendo juzgado en
Santiago acusado de explotación de inmigrantes. El fiscal le pide siete años de
prisión.
Mantenía una
estrecha amistad y negocios inmobiliarios con Messaoud El-Omari, exsindicalista
juzgado estos días por explotación de inmigrantes. Los agentes investigan dos
robos de joyas denunciados por Rosario
Desde que
Charo Porto dejó el despacho de abogados, había centrado su actividad
profesional en representar a empresarios gallegos con intereses económicos en
Marruecos, país al que viajaba con frecuencia. También tenía negocios
inmobiliarios con Messaoud-El Omari. La relación era tan estrecha que incluso
Asunta conocía a las hijas de El-Omari. Incluso Charo se interesó en los
juzgados por la situación en la que se encontraba el caso de su amigo marroquí
e intentó influir en su favor.
No está
claro si la relación que mantenía era más que de amistad. En todo caso no sería
público.
DOS ROBOS
EXTRAÑOS
En los
últimos meses, Charo había denunciado dos robos de joyas, uno en el que había
sido el piso de sus padres en General Pardiñas, y otro en la casa de Teo. Ambos
habrían ocurrido poco después de la muerte de su padre. Las sospechas giran en
torno a la posibilidad de que hubiera denunciado los robos para cobrar el
seguro y disponer de más liquidez. Esa es precisamente otra de las vías de
investigación, la situación financiera de la familia. Sí se sabe que este mismo
verano, Charo hizo un fuerte desembolso para pagar una reforma de envergadura
en el que había sido el piso de sus padres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario