domingo, 10 de noviembre de 2013

LA CRUZ Y EL MARTILLO Y LA CRUZ CRISTIANA COMO BANDERA PARA PSICOPATAS

PUBLICADO EN FACEBOOK EL 20 DE OCTUBRE DE 2012

Los símbolos se pueden ver pervertidos en los actos de un loco. 

Dos ejemplos:





El cobarde que lanzó a menores a asaltar el colegio de los Salesianos en Mérida es secretario de Juventudes Comunistas en Extremadura y miembro de IU


EL ESPIA DIGITAL.COM  VIERNES 19 DE OCTUBRE DE 2012

Rafael García de Vinuesa es el "valiente inductor" del asalto al  colegio salesiano María Auxiliadora de Mérida. Según la Policía, su labor fue la de animar a los 100 estudiantes al grito de "¿Dónde están los curas que los vamos a quemar?” mientras él se quedaba fuera en un alarde de valentía.

Con 24 años, García de Vinuesa es secretario de Juventudes Comunistas en Extremadura, máximo responsable del Área de Juventud y es conocido como el 'nini' por sus compañeros de partido, según recogió el pasado 19 de octubre de 2012 el diario El Mundo.

"Empecé a militar en las Juventudes Comunistas con 14 años. Estudiaba en un colegio de monjas y sí, te mostraban el mundo injusto, desigual. Pero la alternativa era o pasar el cepillo o rezar a Dios. No me convencía. Yo tenía conciencia de clase y descubrí una organización que persigue construir una sociedad mejor", explicaba él mismo al diario Público en 2009, en un artículo titulado "Los nuevos rojos".

El colmo de la desvergüenza es que este individuo milite en IU, partido que con todo descaro sostiene al Gobierno del PP en la Junta de Extremadura. Todo muy coherente. Tampoco se tiene noticias de que el Presidente de la Junta y sus palmeros hayan puesto en su sitio a sus “socios” del partido de Cayo Lara. Al fin y al cabo, son de la misma casta… la política, al parecer una clase muy “especial” en este desdichado país.

El colegio denuncia el asalto

El colegio salesiano María Auxiliadora de Mérida presentó el 18 de octubre de 2012 una denuncia en la Comisaría de Policía Nacional por los incidentes ocurridos en el centro el pasado miércoles durante la huelga de estudiantes. En el escrito se explica:

"Hacia las 13.20 horas del miércoles un grupo de unos cien jóvenes accedieron al recinto del colegio. El personal de mantenimiento y algunos profesores trataron de impedir el paso a este grupo, pero unos diez lograron acceder al interior del edificio, profiriendo gritos contra la institución, violentando al personal que encontraban a su paso e intentando impedir el normal desenvolvimiento de la actividad académica".

Los jóvenes intentaron entrar por la fuerza en las clases, donde se encontraban los alumnos del centro -más de 1.000, desde los primeros cursos de Infantil- con el objetivo de arrancar los crucifijos, según ha relatado el director del centro, Marco Antonio Romero. "Más educación pública y menos crucifijos", coreaban a las puertas de las aulas.

Un trabajador encargado del mantenimiento del centro ha sido zarandeado y derribado al suelo cuando intentaba impedir que no entrasen por las puertas.

Varios de estos profesores les hicieron frente y les instaron a marcharse, aunque los asaltantes se negaron y respondieron con amenazas verbales y empujones. Los asaltantes portaban banderas republicanas y tildaban a los profesores del centro de "putos fascistas" y también arremetían contra los alumnos del centro. A su vez, intentaron robar de las clases algunos ordenadores portátiles y accedieron al comedor del centro, que se encontraba aún vacío de escolares, y tiraron al suelo bollos de pan y numerosos platos, además de realizar pintadas groseras por el centro. También pusieron un bollo a los pies de la estatua de Domingo Sabio, y regaron con mangueras a los alumnos que estaban en sus aulas.

La peor parte se la llevó una profesora, que impidió por todos los medios que accedieran al aula donde estaban dando las clases. Después de intentarlo incluso por las ventanas, cuyas persianas eran rápidamente cerradas por profesores y alumnos desde el interior de las aulas, una profesora fue herida al pillarse los dedos con una puerta que los asaltantes intentaban forzar. En su ataque, los jóvenes portaban teléfonos móviles para, según ellos mismos espetaban a los profesores, grabarles si los docentes les intentaban sacar del centro por la fuerza: "Tú tócame, que te grabo y se te cae el pelo porque soy menor", les decían con altanería.

Mientras transcurrían los incidentes, pasados unos minutos de la una de la tarde, la dirección del centro llamó de forma urgente a la Policía y una dotación acudió al centro educativo y cerró la carretera al tráfico para impedir el acceso al resto de los asaltantes. Los agentes intentaron deponer la actitud de los jóvenes, aunque en todo momento evitaron repeler las agresiones a los profesores para intentar, a través del diálogo, calmar los ánimos. La profesora herida acudió posteriormente al Servicio de Urgencias del Hospital de Mérida y después, con el parte de lesiones, el colegio tiene previsto presentar una denuncia contra los agresores.

El centro educativo se encuentra en la periferia de la ciudad y hasta allí se trasladaron los estudiantes en su día de huelga por lo que la dirección del centro prevé reforzar la seguridad para la jornada de mañana, la tercera y definitiva de la huelga en la educación pública, en previsión de sufrir algún ataque de similares características.































19 de abril de 1993

El nombre de Waco y el de un rancho próximo llamado por sus ocupantes Monte Carmelo pasaron del más absoluto incógnito a ser noticia con motivo del asedio y posterior destrucción de unas paredes entre las que aguantaban el cerco David Koresh y sus seguidores, los davidianos, del que éste se había autoproclamado líder espiritual. Era el 19 de abril de 1993 cuando, tras casi dos meses de conminación a la rendición (exactamente 51 días), las tanquetas del FBI entraron en el citado rancho ubicado cerca de Waco (Texas). Tras los agentes, otro «ejército» tan numeroso como el de aquellos: los periodistas que captaban con sus cámaras (más de un centenar) el horrendo y dantesco paisaje después de la batalla.

David Koresh Yaweh se llamaba realmente Vernon Wayne Howele y era uno de los numerosos predicadores generalmente apocalípticos que en Estados Unidos aterrorizan a sus seguidores con toda clase de calamidades individuales y colectivas a no ser, claro, que les sigan a ellos en la fórmula única (única de cada uno de estos cientos de engañabobos) para formar parte de un restringido grupo que, cuando toda la humanidad perezca, logrará salvarse. En el caso de Koresh, y como en tantos casos similares, todo se reducía a un fundamentalismo cristiano que ni siquiera interpretó los pasajes más oscuros de la Biblia sino que, por el contrario, los siguió al pie de la letra. Ya desde sus tiempos de estudiante en Houston, Vernon Wayne, que era un mal estudiante, provocó —y quiso compensar aquella carencia— a sus profesores con la memorización de todos los textos bíblicos.
Pues bien, siendo ya el líder de los davidianos se había metido entre pecho y espalda el Libro de las Revelaciones, y como otro burdo «mesías» más salido de los histerismos de una sociedad enferma (realmente estaba convencido de ser la nueva reencarnación de Jesucristo), anunciaba todo un panorama de final inmediato con tétricos tintes de castigo divino, invitando a la gente a que se salvara siguiendo su camino.

La secta de los davidianos se basaba en un fundamentalismo cristiano que anunciaba el Apocalipsis

Koresh había llegado a dirigir su secta a través del matrimonio con Rachel Jones (14 años), hija de uno de los dirigentes de la misma y al que arrinconó enseguida, sustituyéndolo en la cima jerárquica. De todas partes llegaban nuevos adeptos ganados por la persuasiva doctrina de un David Koresh que, al fin y al cabo miembro de una sociedad como la estadounidense, estaba armado hasta los dientes dentro de lo que sería su gran mausoleo en Waco. Previamente había efectuado compras de armas por valor de más de 250.000 dólares, según él para estar preparados llegado el momento del acoso del «Mal».
En vísperas de la tragedia, y en el que sería su último refugio, Koresh había reunido junto a él a numerosos adultos pero también a un buen número de niños, y con unos y otros, se dispuso a convertir en un fortín inexpugnable el rancho Monte Carmelo. El primer encontronazo había tenido lugar el 28 de febrero, cuando las autoridades, tardíamente preocupadas por el cariz que tomaba el asunto, decidieron pasar a la acción, acusando a los davidianos de tenencia masiva de armas y de abusos sexuales para con los niños que mantenían a su lado. Recibidos a tiros, los agentes contestaron de igual manera, produciéndose entonces un primer balance de cuatro agentes muertos y una decena de sectarios abatidos. La cuenta atrás empezaría a ponerse en marcha desde aquel día premonitorio.

Las túnicas anaranjadas que vestían sus seguidores serían, durante los siguientes 51 días, blancos perfectos para los prismáticos de los que los cercaban, y también, para efectuar los primeros disparos, que al final acabarían siendo continuos, y que eran respondidos por los asediados utilizando el arsenal que guardaban entre aquellas paredes. Durante esos largos días, murieron miembros de los federales y también de los davidianos, en un goteo de víctimas que preparaba la gran hoguera final. De vez en cuando se conseguía un alto el fuego para una nueva mediación que diera lugar a una salida airosa al conflicto, sin resultado alguno. Pero los asaltantes no sólo utilizaban las armas mortíferas reales (sin hacer ascos, por cierto, a la utilización de gases prohibidos por todas las legislaciones y que eran arrojados al interior del rancho), sino que recurrieron a una guerra sucia. Para ello no dudaron en, por ejemplo, cortarles la luz, el agua y la llegada de alimentos, al tiempo que, llegada la noche, potentes reflectores barrían las ventanas del rancho, para impedir el más mínimo descanso de los sitiados. Como guinda de aquella batalla terrible, potentes altavoces difundían música rockera a todo volumen. Pero junto a esta parafernalia sicodélica y enloquecedora, algo se echaba de menos. Algo, teóricamente, muy importante: la presencia allí de bomberos y ambulancias, necesarios siempre en una situación a punto de estallar. Unos y otras eran invisibles incluso en los tensos momentos que precedieron al final.

Los davidianos fueron asediados por los federales, produciéndose bajas en ambos bandos

Dicho final tuvo lugar el día 19 de abril cuando, a las 5,30 horas, los tanques del FBI decidieron atacar definitivamente. Cuando los asaltantes lograron abrirse camino por entre las llamas que ya consumían el edificio del rancho, ante su vista aparecieron confundidos y mezclados los cuerpos carbonizados de la mayoría de los seguidores de Koresh, incluido este mismo, que presentaba un solo disparo en la frente. El apocalipsis próximo profetizado por el perturbado Vernon Wayne había llegado por fin para él y los suyos, y era ya una terrible y humeante realidad para buena parte de los que tuvieron la debilidad de creerlo.

El balance final de muertos dentro de Monte Carmelo fue de 69 adultos y 17 menores, todos calcinados. La versión oficial de la policía hablaría de que fueron los mismos davidianos los que provocaron el incendio en un aquelarre de suicidio colectivo. Otras fuentes se refirieron, por el contrario, a vuelcos de las tanquetas federales que habrían provocado la inflamación del queroseno y, a su vez, habrían trasladado las llamas al interior del rancho. De cualquier forma, la tragedia había finalizado y Waco sería ya, en el futuro, un nombre de referencia macabro y maldito. Es una población, por cierto, predestinada a sufrir algo parecido teniendo en cuenta los datos de que, para 90.000 habitantes, había 18 armerías y 200 iglesias.

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